Cuando el silencio, cansado de gritar salió dando un portazo, los amantes le quitaron a la pasión la mordaza. Rescataron gemidos a punto de ser asfixiados por la indiferencia. Liberaron canciones confinadas por años en la torre del escepticismo. Celebraron con gritos, con baile, con sudor, con risas. A la distancia, el desamor los miraba compasivo, fumando sin prisas el último cigarrillo de la ilusión, para apurar después, sin miramientos, el vino tinto del desengaño.
Tomado de http://literatofagia.wordpress.com/
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