—Es más —dijo To Ngüen, —si algo me gusta con locura son las mujeres con anteojos oscuros y pelo largo.
No pudimos contestarle con la boca llena, pero en nuestros ojos notó que nosotros adorábamos el mismo fetiche. Sólo pudimos emitir un torpe ruido con los dientes. Mientras, el crujiente ruido de los cristales nos hizo lamentar que sólo comiéramos sus vísceras, pero la mujer en sí estaba sabrosa.
Sobre el autor: Héctor Ranea
2 comentarios:
los vidrios con ají molido son riquísimos...
A To Ngüen le gustaban más con pelos... De gustibus non est disputandum...
Publicar un comentario