Creo que mi editor quiere deshacerse de mí. Quizá hace ya tiempo que no le interesa lo que escribo, y por eso me pone a prueba, pidiéndome algo imposible de conseguir: escribir un relato con menos de 150 palabras y un final sorprendente. Él sabe bien que hasta ahora sólo he publicado novelas, y que ese género que llaman microrrelato nunca he podido ponerlo en práctica. Suficientemente bien conoce mi gusto por la descripción minuciosa y la prosa pausada, la acción detallada y la adjetivación prolija. De hecho, si esto fuera un microrrelato, ya llevaría agotadas la nada despreciable cifra de ciento una palabras (ciento cuatro al reflejar este hecho) y no he conseguido más que establecer someramente una trama, nada de interés. Así que no daré más rodeos, mañana le entregaré este escrito de 149 palabras, le diré que es un microrrelato, y que su final es… sorprendente.
Javier López
6 comentarios:
¡Nada mejor que una sabia decisión, Javier! Muy buen microrrelato con final... ¡sorprendente!
Muchas gracias, Héctor.
Acabo de ver su comentario, enterrado bajo una tonelada de los que ha recibido el cuento "Un filipino más"... todo un récord!!!
Un abrazo.
ingenioso Don Javi...yo todavía quiero escribir una novela sobre nada y solo la puedo esbozar en sueños...
Es cierto lo que dices, Javi. Los comentarios acerca del filipino taparon todo lo demás. Y sin embargo, este relato tiene tela para cortar. ¿Es válido hacer microficciones en los que el tema sea la microficción y cómo ineteractúan los personajes y el autor? ¿No es acaso una actitud masturbatoria (y me caben las generales de la ley porque lo hago con frecuencia) el trabajar casi tautológicamente sobre el tema de la creación? ¿Algo que decir los que opinaron sobre la eyaculación del filipino y el repollo?
Comenté hace unas horas. No sé si fue impugnado ese comentario. Ante la duda lo reitero.
Me gustó.
Creo que sobran algunas palabras, no lo digo por tratarse de un microrelato, sino porque en algún caso se torna tautológico.
Javier, me demoro en la forma, porque sé que los contenidos son siempre inobjetables.
Ese comentario no llegó, Guillermo. No había ningún motivo para impugnarlo. Solo eliminamos los comentarios ofensivos, pero jamás nos oponemos al disenso.
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