—¿Usted sabe por qué el ser humano siete mil millones nacido en el planeta Tierra vio la luz en Filipinas, el seis mil millones también y el ocho mil millones los imitará?
—No. ¿Usted lo sabe?
—Claro que lo sé. En Filipinas los niños no son paridos por mujeres.
—¡No me diga! ¿Y quién los pare?
—Los paren los hombres, quienes los portan por tiempo indefinido en el escroto. Cuando una pareja desea tener un hijo, el hombre eyacula al pequeño renacuajo, que por entonces no mide mucho más de un centímetro y lo coloca dentro de un repollo, de donde sale completamente formado nueve meses después. Por ese motivo afirmo que los filipinos son el termostato del mundo.
—¿Usted me está tomando para el churrete?
—¡Por supuesto! Pero póngase contento: si no lo hubiera hecho, este cuento no existiría.
Sobre el autor:
34 comentarios:
Es feo.
Las razones que aduce el narrador no explican el fenómeno.
El narrador asume, vanidosamente, que el texto es un motivo de alegría.
El narrador es vanidoso y hace un culto de los cuentos feos que le desagradan a personas como el que lo comenta. Eso le divierte mucho y lo impulsa a reincidir. Está firmemente dispuesto a escribir un cuento feísimo en el que un ateo llamado William Sinagoga logra destruir el Vaticano mediante un procedimiento que los lectores conocerán oportunamente.
¿Desde cuándo los hechos ficcionales deben ser "explicados". ¿Qué clase de basura hubiera escrito Borges "explicando" el Aleph o Cortázar "explicando" los cronopios. Definitivamente, existen lectores que no saben leer.
Los hechos ficcionales no deben ser explicados
Pero si lo son, como en la página en cuestión, el lector tiene derecho a juzgar esa explicación con arreglo al propio universo ficcional del texto.
Está bien que todos los elefantes sean azules, esta mal que el narrador explique que lo son porque han sido pintados de amarillo.
Ni Borges ni Cortázar dan explicaciones. (Ni tampoco osan compararse con usted)
Además, señor Hartman, hacer mofa de mi apellido, no es un argumento literario.
Impugno su texto y expongo mis razones. Usted se burla de mi apellido y me descalifica como lector. Yo hablo sólo de su texto, respetando el pedido con que usted mismo encabeza el espacio para comentar.
Ojala sea usted capaz de respetar su propio pedido.
Cuando tenía 11 años vi un cuadro en el que unos elefantes de patas kilométricas se elevaban más allá del cielo. Era feo, y el autor no explicaba el fenómeno.
Luego supe que el hombre que había pintado ese lienzo se llamaba Salvador Dalí.
Sr. Javier Lopez, es asombroso que a usted le guste o no un cuadro, según quien lo haya pintado.
Guillermo Iglesias. Usted tiene derecho a opinar lo que quiera de mi cuento o de cualquier otro cuento. Yo tengo derecho a calificar su opinión y cualquier otra opinión. Decir que un cuento es "feo" para llamar la atención es por lo menos pobre. Yo no diría que usted es feo, por ejemplo; trataría de armar algo más convincente si mi intención fuera exponer ante los ojos del mundo que usted no debería salir de su casa. Pero quédese tranquilo, que esa no fue mi intención. Escribí lo que escribí porque hoy tengo un rato libre y me gusta agitar el avispero del blog que creé hace varios años y hoy maneja el colectivo Heliconia. Da la casualidad de que usted me dio pie. Le pido disculpas si lo ofendí con el juego de palabras sobre el apellido. No tengo forma de controlar el sentido del humor de los lectores, y el suyo, salta a la vista, es escaso.
Sr. Hartman, cuando usted anota "decir que mi cuento es feo para llamar la antención" incurre en una flagrante petición de principio".
Dije que es feo, y posiblemente a muy pocos les haya llamado la atención.
Usted concluye de mi opinión que soy un tipo con un apellido ridículo, que no sé leer y que mi sentido del humor es escaso.
Soy calvo, además. Pero no entiendo como mi capilaridad mejora su texto.
(No se enoje Sergio, yo también estoy aburrido)
No me enojo, Guillermo; me divierto. Estas polémicas atraen lectores al blog, que entonces se percatan de que publicamos cuentos excelentes, y cuentos feos, gracias a lo cual descubren la maravillosa actividad del colectivo Heliconia en pro de la difusión de la literatura. Su alopecia me tiene sin cuidado, lo que no significa que tal vez me inspire en ella para escribir un cuento horrible, solo para disgustarlo un poco más. ¿Un apretón de manos?
Jajaja ¡Por supuesto, Sergio!
Un abrazo.
Creo que se confunde, señor Iglesias. Con 11 años aún no tenía muy desarrollados mis criterios estéticos. Por entonces me dejaba llevar por sensaciones a primera vista, lo "feo" y lo "bonito", por mera comparación con el mundo real.
Sin embargo, al hacernos adultos creo que somos capaces ya no solo de valorar, sino de admirar, aquello que la mirada infantil no es capaz de desentrañar en todo su sentido y amplitud, independientemente de que el autor fuera Dalí, Renoir, Cezanne o Paul Klée.
Estudié Geografía e Historia, pero en general me apasionan las humanidades. No creo que en la vida me haya dejado llevar por los nombres, sino por los logros de los seres humanos y su capacidad para emocionarnos.
Un saludo cordial.
Creo señor Lopez que ningún adulto es capaz de captar la belleza con la prístina percepción de un niño de once años.
Pero acepto que si mis confusiones se acumularan, volverían a hundir el Titanic con Di Caprio boludeando en la proa y todo el elenco.
Un abrazo.
¡Allá vamos! Precisamente no creo que sea la belleza la finalidad última del arte, y mucho menos la del arte de nuestro tiempo. Más bien es la de estimular nuestra capacidad de analizar y sorprendernos, fomentar la reflexión profunda y, por qué no, la controversia.
Me gustó lo de di Caprio, buena salida. Retiro lo de "se confunde", pero de veras me incomodó que juzgara antes de tener elementos de juicio. Ahora creo que todos los tenemos en mayor medida que cuando comenzó el debate.
Saludos cordiales.
Aunque soy capaz de apreciar la belleza de una sinfonía de Mahler y Alban Berg me resulta intragable; aunque amo a Renoir y aborrezco a Marta Minujin; aunque disfruto a Greg Egan y no soporto a Michel Houellebecq, considero que el arte es expresión y no necesariamente debe ser bello. No sé si existe la expresión "feísmo", pero si no existiera habría que inventarla.
meto la cuchara por aquí: una de las finalidades del arte, entre otras cosas, es la belleza. Una dije, las otras tienen que ver con lo que plantea Javi. Muy buen debate señores pero les recuerdo que por aquí, acá nomás, a la vuelta de la esquina de bytes, hay otros cuentos, uno mío, jeje...
Comprendo, Javier… sin embargo..
Releo el comentario referido a Dalí. Dice: “me pareció feo..”
Ahora leo “… no creo que sea la belleza la finalidad única del arte…”
En realidad creo que la literatura es un hecho estético.
Y que no debe subordinarse a ninguna finalidad.
El “compromiso” -del que habla Sartre- no debe ser deliberado ya que, simplemente, es inevitable. Toda obra de arte, es naturalmente alusiva.
Creo, Sergio, que “belleza” y “fealdad” son categorías estéticas.
Creo, con U. Eco, en la cooperación entre el texto y su lector.
Acepto que la formulación de una crítica, implica necesariamente algún grado de subjetividad.
Pero, sin embargo, no adscribo a un relativismo absoluto.
Creo que si uno grita porque se atrapa los dedos con la puerta, está “expresándose”. Pero no necesariamente haciendo arte.
Precisamente eso era lo que quería remarcar, Guillermo. Que lo que parecía "feo" bajo mi mirada de niño, no lo era necesariamente, sino que me faltaba criterio, porque sólo lograba establecer comparaciones entre lo que veía en un cuadro y lo que veía en la vida real, donde es menos arriesgado establecer qué es lo "universalmente bello" (el mar, un atardecer, un árbol).
La finalidad estética es consustancial al arte. Pero esa estética creo que está, sobre todo en el arte moderno, enfocada a producir "extrañeza" en quien contempla una obra, a descubrir más allá de lo que vemos, leemos, oímos, a indagar incluso en el mundo de los sueños, de lo irreal y de lo absurdo...
Hoy día los elefantes de Dalí siguen sin parecerme hermosos, pero sí valiosa su mirada diferente y deformante de la "realidad". Tanto que lo considero uno de los mayores genios del arte moderno, aunque por fortuna para él, lo sea independientemente de mi consideración.
El arte es amplio, tanto como los puntos de vista para afrontarlo. Por esa razón el adjetivo "feo" no me parecería nunca apropiado. Lo peor que puede ser el arte es aburrido, carente de interés.
Respecto a Sartre, consiguió su finalidad como nadie: revolvernos el estómago y hacernos sentir una arcada incontenible ante el paso de la vida misma descrita por su pluma. No sé si llamar a eso compromiso, pero con seguridad es un impacto directo sobre el lector.
Eso, suscribo lo dicho por Esteban Moscarda: lean su cuento y el de los otros. Quise llamar la atención y generar debate para que nuevos lectores potenciales se aproximen al blog y lean lo que escribimos. En principio, el objetivo se ha cumplido.
Lo curioso, Javier, es que lo fantástico aparece como más asociado al mundo de los niños. Como si ellos no necesitaran esa confrontación con la realidad. Parecen aceptar sin dificultades que los lobos hablen, y que la kriptonita vulnere los poderes de Superman. No sé… lo de los lobos está bien. Pero yo… lo de la kriptonita no me lo creo. Estoy envejeciendo.
Celebro a quienes son capaces de poner en categorías absolutas conceptos subjetivos. Yo apenas logro eso con los números y no porque crea que todo es relativo. Apenas algunas cosas lo son. La fealdad es una.
En la ficción Guillermo, esas cosas ocurren en la ficción. La ficción es una categoría con "realidad" propia, que no tiene por qué cotejarse con la "realidad" para adquirir validez. ¿Creer? ¿Quién cree? Yo escribo sobre extraterrestres, viajes en el tiempo, universos paralelos, futuros utópicos y distópicos, construyo ucronías y rompo los esquemas en millones de fragmentos, pero no me "creo" nada de eso, como no creo en la virgen o en san Expedito.
Creo, Sergio, que usted equipara los conceptos de mentira y ficción
La ficción exige precisamente la suspensión de la incredulidad. Y se vuelve sobre la realidad para mejor indagarla.
No conozco los suyos, pero los marcianos de Bradbury, existen.
Totalmente en desacuerdo. Suponer que "ficción" equivale a "mentira" es degradar a la ficción. Una categoría diferente implica la imposibilidad de comparar. La realidad misma, en su versión más prolijamente atada a los hechos, cuando se convierte en "historia", empieza a ser ficcional y no es "verdad" o "mentira" sino una versión, una "opinión" del autor, por lo que jamás puede ser asimilada a la realidad en sí misma. Un relato es siempre eso, un relato y no hay reglas, amigo, por lo menos para un creador que se precie de serlo.
Sergio, si usted opina que ficción no equivale a mentira, no estamos en desacuerdo.
Un claro ejemplo de un comentario feo que luego termina alegrando al lector del debate ( yo y mi vanidad).Lo que amenazaba con convertirse en un embrollo de difícil resolución terminó en un bastante respetuoso intercambio de opiniones sobre cuestiones que, aún dejando de lado el enunciado "Por favor, tratá de que tu comentario sea sobre esta entrada", alcanzó para que leyera atentamente tan sesudas reflexiones sobre el arte y sus formas de apreciarlo. Personalmente soy partidario sobre todo del "me gusta-no me gusta", principalmente porque lo considero más democrático, ya que no deja afuera a persona alguna, tenga esta o no los elementos "necesarios" para poder hacerlo.Tengo que serlo obligadamente, ya que de lo contrario debería dejar de observar, leer y escuchar demasiadas cosas que me gustan.
Volviendo al relato, que fue dejado de lado el pobrecito,está escrito desde el humor y la ironía por sobre todo; no todos nos reímos de las mismas cosas y el autor ( que no es vanidoso, sino MUY vanidoso)solo proyecta hacia el lector lo que a él lo alegra, como es escribir este tipo de relatos; me parece que es una buena manera de encararlo.
Y con respecto a "mentiras" y ficciones, creo que la verdadera mentira no es ficcional, en este caso el gran embuste fue haber querido hacer creer en su momento la historia del famoso "filipino embarazado"; Sergio incluyó este dato en su cuento,intercalando la "ternura" de aquello que nuestras abuelas "enseñaban" a los niños preguntones sobre la concepción y los repollos; yo veo también un pequeño y provocativo toque machista, pero hasta ahora no ha saltado ninguna señora aduciendo que ellas son las únicas capaces de concebir.Modos de leer, que le dicen.
Un saludo a todos los participantes de este esclarecedor debate. Y a Guillermo: hay varios relatos de mi autoría en el blog, me gustaría que calificaras de feo a alguno de los míos, ya que me gustaría que se generase un intercambio parecido a este.
Miguel Dorelo
Veintisiete comentarios (veintiocho con este) es un buen número. Como dice Miguel, sería bueno que ocurriera con algún otro cuento. Voy a salir en busca de otro cuento "feo" para vapulear al autor para generar un debate enriquecedor, es decir, un debate en el que participe Enrique...
Salemo, no califico de feo todo lo que leo. En este caso me pareció feo el filipino eyaculando un renacuajo en un repollo. Qué sé yo... habiendo tantas mujeres hermosas...
Pero no siempre califico de feo lo que leo.
Hago cosas peores. Como elogiar por cortesía.
Guillermo: ¡eso no! Elogiar por cortesía jamás. Puedo defender a mi filipino eyaculando en un repollo, pero jamás te pediría que digas que te gustó lo que no te gustó. Si te pareció "feo" puedo discutir el concepto de "feo" en arte (y aceptar, eventualmente, el arte "feo" como una posibilidad válida para provocar). De hecho, la provocación me parece una herramienta genuina para sacudir las ramas o patear el tablero. Cuando las normas establecen qué es lo que debe valorarse en materia artística es que ha llegado el momento de tomársela con las normas (con el debido respeto a las Normas; esto no es contra ustedes).
Estamos de acuerdo, Sergio. Y me alegra.
Sería interesante que dejáramos un rato en paz al filipino y su repollo y viráramos el debate hacia otro cuento. Me gustaría que hablemos de uno de javier López, justamente:
http://quimicamenteimpuro.blogspot.com/2011/10/el-encargo-javier-lopez_31.html
O este de Miguel Dorelo, que me parece francamente horrendo... (jajaja. truco para que lo lean; no es cierto, Miguel):
http://quimicamenteimpuro.blogspot.com/2011/07/necesidad-y-urgencia-miguel-dorelo.html
Recuerdo los comentarios que se hicieron en su tiempo sobre los cuadros de Diego Velázquez pintando enanos y gente con fealdad manifiesta. Y ni qué decir si se hubieran hecho públicos los Caprichos de Goya. Cierto que el origen se puede encontrar en Merisi. Convengamos, no es lindo encontrar a Medusa con un brillo en los dientes que parece que no se los lava desde hace tiempo, o las uñas sucias de varios protagonistas de sus cuadros. Y sin embargo...
Gracias por derivar la atención hacia el mío y el de Miguel, Sergio.
El único inconveniente será si nos lo fusilan como a un repollo...
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