MATARSE LENTAMENTE
Alejandro Bentivoglio
Despierta desmelenada, cobijada en el suelo de la habitación. La miro perderse en el despertar, buscándome sin saber quién soy yo. Me sonríe. Ni siquiera sé su nombre, pienso. Ella se levanta y encendiendo un cigarrillo ya comienza a desvolverse de mí. Sigo su silueta hasta el baño, la puerta cerrándose. Ella es la mujer más hermosa que jamás he visto.
Amar es este momento cuando me visto y me marcho sin saber donde estuve.
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