BIÓGRAFO INFERNAL
José Vicente Ortuño
—Quiero pedirle que sea usted mi biógrafo —dijo Lucifer.
—¡Pero si fui el peor escritor de mi época! —exclamó el escritor.
—Bueno, no soy el “viejo” —dijo señalando arriba—, pero puedo hacer algunos “milagritos”.
—¿Quiere que le venda mi alma a cambio de ser un buen escritor?
—¡En absoluto! —rió Lucifer—. Su alma ya es mía.
—Entonces, ¿qué salgo yo ganando?
—Mientras se encuentre en el purgatorio, y me temo que va ser muchísimo tiempo, estará exento de cualquier otro “trabajo”.
El escritor meditó unos instantes.
—Está bien, acepto. ¿Cuándo empezamos?
—Enseguida.
—¿Dónde está el ordenador? —dijo mirando alrededor.
—¿Ordenador para qué? Tome el cincel y el martillo que hay sobre la mesa y comience a tallar el texto allá.
—¡Pero si es una montaña de granito!
—Nadie dijo que fuera a ser fácil —dijo Lucifer y estalló en carcajadas.
—¡Pero si fui el peor escritor de mi época! —exclamó el escritor.
—Bueno, no soy el “viejo” —dijo señalando arriba—, pero puedo hacer algunos “milagritos”.
—¿Quiere que le venda mi alma a cambio de ser un buen escritor?
—¡En absoluto! —rió Lucifer—. Su alma ya es mía.
—Entonces, ¿qué salgo yo ganando?
—Mientras se encuentre en el purgatorio, y me temo que va ser muchísimo tiempo, estará exento de cualquier otro “trabajo”.
El escritor meditó unos instantes.
—Está bien, acepto. ¿Cuándo empezamos?
—Enseguida.
—¿Dónde está el ordenador? —dijo mirando alrededor.
—¿Ordenador para qué? Tome el cincel y el martillo que hay sobre la mesa y comience a tallar el texto allá.
—¡Pero si es una montaña de granito!
—Nadie dijo que fuera a ser fácil —dijo Lucifer y estalló en carcajadas.
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