OCHO MINUTOS Y MEDIO
Héctor Ranea
La gran écuyère del circo es, además, prestidigitadora y realiza sus actos en forma simultánea, o al menos eso parece. En efecto, mientras cabalga en el caballo azul girando por una de las pistas acolchadas con arena y virutas de madera blanda, ella saca de su inmenso corpiño un par de alondras, un ramo de alhelíes, una hermosa jofaina con restos de agua jabonosa y por último, mientras hace una cabriola con el raro Lipizzer azul, saca un bello sifón que lanza burbujas multicolores llenas de un misterioso olor. Esas pompas llegan volando a los espectadores de la platea preferencial y la écuyère las hace reventar a los ocho minutos y medio, todas al unísono, en una rapsodia de Rachmaninov.
No hay comentarios:
Publicar un comentario