domingo, 4 de enero de 2009

Párrafos del metro: 138 - Vladimir Koultyguin


Al regalarle la tercera flor del ramo que tenía en las manos, la anciana del vagón le dijo a la chica que se acercaban ya a su estación. La anciana, que empezaba a bullir por dentro, por haberle robado unas flores de las que había preparado para su nieta, dio un suspiro de relieve. La chica, también; afirmó que era su estación y apretó las flores contra su pecho para no resfriarlas en el aire fresco del metro; eran como el tejadito de la cruz ortodoxa, ubicados en dos receptáculos simétricos sobre los pechos, y el otro, bajo el mentón; así podría sentirlos durante el camino. Salieron los tres, porque la anciana, con temor, se acordó que era también su estación, y mientras la chica daba un beso al chico de las flores, empezó a bajar una escalera automática pensando en la felicidad fácil de los jóvenes (con alegría), en su artritis (con angustia) y en su nieta (con alegría).

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