No entendía por qué lo escrutaban esos rostros espantados; ni tampoco los gritos desgarradores. Él había escuchado con claridad cuando la mamá y las tías, inclinadas sobre la cuna del bebé, decían: “Es un muñequito, con esos cachetitos gorditos; está para comérselo”.
1 comentario:
Muito bom! Deve ser mesmo assim, o terror dos pequenos!
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