—Si le cortamos el brazo a este niño por no aportar la cuota diaria de leche de caucho, ¿hasta cuánto podrá contar de ahora en más?
—¡Hasta cinco señorita! —gritan a coro los niños, aplicados y alertas, a pesar de la ceguera. .
—No, ¡está mal! —replica ella, furiosa—. Apliquen sus cuatro sentidos restantes a la resolución de los problemas que les planteo o les arrancaré las orejas. Si no fueran unos negros retrasados mentales habrían descubierto que este niño es reincidente y ya le han cortado la otra mano y una pierna.
3 comentarios:
que fuerte!
Cruel y directo. Excelente.
Terrível mas, infelizmente verdadeiro.
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