Se ubicó en la fila de la caja rápida y se enamoró de ella perdidamente, de inmediato. Esa forma de registrar los productos, su estilo incomparable para emitir los tickets. Estaban destinados a ser el uno para el otro. Pero, de pronto, todo se oscureció. Nunca imaginó que se cerraría dejándolo afuera. Reflexionó para reformular su estrategia y decidió que iría tras ella hasta el fin del mundo. No llegó muy lejos. La supervisora ordenó el arqueo y él no tardó en ver las cosas como realmente eran: estaba ante una caja vacía, vacía por completo.
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