Desde muy chica me gustaron los cuentos. Y todo lo que estuviera escrito sobre papel: poemas, crónicas, noticias, frases célebres, hasta avisos clasificados.
Me sumergía en la lectura como un buzo que explora los mares infinitos. Pero cuando emergía, la luz del día lastimaba mis ojos y los ruidos de la calle me sonaban extraños.
¿Cómo expresar con palabras de este mundo lo que yo sentía? Ese deseo profundo de que el mar fuese la tierra y la fantasía se volviera realidad…
Navegué, navegué mucho tiempo en las tinieblas, naufragué varias veces, hasta que por fin bajé a la orilla, acomodé mis pies en la arena y aprendí a nadar entre las piedras.
Aunque, de vez en cuando, mi voz es un canto de sirenas.
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