lunes, 8 de marzo de 2010

Safari - Ruy Feben


Para JMD

Juan quisiera que fuera sólo insomnio, pero no: apenas cierra los ojos, del clóset brota el raspón lento de una garra reptando por la puerta, empujándola con cruel paciencia, como a punto de saltar.
Cada noche la misma cacería, de la que se sabe presa inútil: las alucinaciones se heredan. Piensa en Paquito con el mismo pánico animal subiéndole la médula, en un cuarto lejanísimo en la casa del nuevo amante de su madre. Y con apenas seis años, el pobre.
Juan estalla en llanto. En el cuarto lejanísimo, Paquito mete (con sed animal) la garra a su clóset, rasca la puerta que aparece al fondo, asoma un ojo para mirar su padre, hundido en la cama, temblando de miedo.

Tomado de: http://elclaxon.arts-history.mx/

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