La fábula que no es fábula busca en sus propios pasos el comienzo de la historia. Espesa niebla borra sus huellas; garúa persistente moja su entusiasmo; humo de la escritora la encierra en el cofre lenguaraz; mano traicionera la describe con timbres de agua. Pero fábula conoce su destino y ya sabe el nombre de las piedras. Tropezará con el liso recuerdo; pateará al redondo olvido; cruzará el poroso amor en puntas de pie, con los zapatos en los sobacos y el silencio desabrochado. Pronto divisa el inicio donde todas las palabras se reúnen. Como es natural, a esa hora y con ese frío, ellas duermen. Y no es capaz de despertarlas. Si mira hacia atrás, es muy probable que el tigre la convierta en exfoliante para los talones. Entonces, cierra los ojos y espera que llegue el final.
Ilustración: "Fábula" (detalle), de Joan-Pere Viladecans
2 comentarios:
Precioso, Lilian. Hiciste tomar vida propia a una palabra.
Saludos.
Javi.
Uno de los más lindos!
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