El supuesto cadáver seguía caliente. Le tomé el pulso en varios puntos y no había vida. Pero se me estaba acabando el tiempo. Volví a palpar su rostro y su temperatura estaba alta, como con fiebre. ¡Dios mío, qué había hecho mal! Saqué el celular y me conecté a internet. Busqué nuevamente la página donde se explicaba paso a paso cómo cometer un crimen perfecto pero no la hallé; tampoco la había guardado en favoritos.
tomado del blog: http://cuentominicuento.blogspot.com/
Sobre el autor: Alejandro Ramírez Giraldo
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2 comentarios:
Hola Alejandro, muy bueno el cuento. Un saludo grande. Neli ♣
¡Buenísimo!
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