En una segunda oportunidad el creador arrojó a Adán y a Eva a un planeta terciario con un solo sol y una sola luna. Al salir de la cápsula, Eva, hambrienta, lo primero que vio fue una uva y sin pensarlo dos veces la desgarró. Bajo sus pies se produjo un jugo morado y la magia del amor prohibido los rondaba. Adán bebió del vino, lo saboreó en repetidos sorbos y lo compartió con ella. Dulcemente se adormecieron apaciguados.
No han despertado. Nosotros somos sus sueños y pesadillas.Tomado del blog SIN TON CON SON
Acerca del autor:
Héctor Luis Rivero López
1 comentario:
Muy muy bueno...otra cosa: hace solo un par de horas que se durmieron en realidad...
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