Seguro que a vosotros se os ocurren un montón de motivos por los que un hombre puede decidir saltar desde la azotea de un edificio de cristal de cuarenta plantas. No os aburriré con eso.
Lo que me importa es que salta, que comienza un vuelo desgarbado, picado con la vida, convertido en una lágrima de carne y hueso que recorre la fachada del edificio.
Lo que me asombra es el público expectante que aguarda el desenlace, no por conocido menos hipnótico, señalando la trayectoria con el dedo para que ni los más miopes se pierdan el descenso.
Lo que me sorprende es que el suicida desaparezca a la altura de la ausente planta trece, residuo supersticioso del dueño del monstruo de cristal.
Lo que me aturde es el sentimiento general de decepción.
6 comentarios:
Gran muestra del gran morbo humano... muy bueno!
Un cuento extraordinario, lo que no me extraña en este escritor.
Saludos cordiales
Jesus es un escritor extraordinario al que no me canso de leer y del que no me canso de aprender, como demuestra con este relato que encierra varias de las debilidades humanas, un abrazo
Esa desaparición en el piso 13 es genial. Le da un toque fantástico a algo tan real como la vida
Saludillos
Es un cuento fantástico Jesús. Felicidades!
Lo que me suena es que esto lo escribiste tu, Jesus.
Lo que lamento es no leerte más a menudo.
Lo que me gustaría es aprender un mínimo cuando te leo.
Lo que me tira es decirte ¡genial!
Un abrazo
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