Había sido un día duro. Ninguno de sus pacientes lograba resolver los conflictos en los que estaban involucrados. Adoro mi trabajo, pensó, pero a veces absorbe mis fuerzas de tal modo que sólo ansío escaparme, dejar la profesión, vivir en una isla solitaria, alejado de todo. Cerró los ojos y se deslizó hacia un sueño tibio, de arena fina y mar turquesa; el sol estaba bajo en el cielo y la brisa soplaba mansa e indolente, haciendo contrapunto con las olas. Deseó una cerveza bien fría y la tuvo en la mano. Tengo todo lo que necesito, reflexionó. Pero, de pronto, lo sobresaltó una sombra despegándose de las palmeras. Dejó la botella en el suelo a tiempo para ver que cientos de obsesivos compulsivos, ludópatas y drogadictos dejaban su escondite y empezaban a cercarlo. Retrocedió hasta la orilla del agua, pero una idea espantosa lo estranguló: no sabía nadar.
Sobre el autor: Sergio Gaut vel Hartman
Ilustración: "La encantadora de serpientes", de Henri Rousseau
3 comentarios:
¡qué terrible pesadilla! Felicitaciones, Sergio.
excelente Sergio...excelente texto...excelente pasaje onírico...
Un cortometraje de contrastes. El paraíso onírico que se convierte en pesadilla.
Excelente narración, Sergio.
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