El lobo, disfrazado de abuela, llamó a Caperucita desde la cama. La niña avanzó con una sonrisa; en la canasta llevaba frutas y golosinas, pero en el fondo, oculto, guardaba un cuchillo.
La descarada bestia no lo sabía, como tampoco que la abuela ya hacía un mes que se había muerto.
3 comentarios:
Me encantan esas caperucitas desprovistas de inocencia! Me gustó Pilar!
Saludos!
Qué tonto el lobo¡ Mira que vivir más cerca de la abuela que la propia Caperucita y no haber visto los funerales.
Muy poco profesional
Gracias Claudia por la lectura. Un saludo para vos.
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