Escapó. Una loca carrera por la calle principal del pueblo en medio de un cielo sin luna. Loco, aburrido de tanta quietud, de tanto muerto en vida en ese rejunte de casas bajas y siestas eternas. Escapó. Quería sentir el latido de la gran ciudad, aferrarse al insomnio para soñar despierto con otra vida, con otro horizonte que no fuera una línea negra detrás de los sembradíos. Llegó a la ruta y empezó a caminar en dirección norte.
Cuando despertó, supo que había soñado. Una profunda tristeza lo invadió cuando miró por la ventana y vio despertar al pueblo como todos los días. Como cada día. Un despertar lánguido, silencioso. Aterrador. Arrastró los pies hasta el armario de caza. No corrió. Abrió las puertas y cargó la escopeta de dos caños. Miró por última vez la postal de Buenos Aires que le había mandado su primo.
Escapó.
1 comentario:
Título interesante.
Como el miedo nos enfrenta a...morir en el intento.
Soñar y realizar, esa es la cuestión. Más allá de los resultados "se debe intentar"
Bellisimo-Gracias
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