LAS GALILEANAS
Jorge Márquez Flores
Nada envidia Júpiter a Saturno, pues también posee anillos y además un aro transversal: plasma ionizado pivoteando entre sus polos, conectándolos con Io, fogosa luna de volcanes que, a cada latigazo del aro colosal, vomita sus entrañas y se voltea de adentro hacia afuera, cada tantos millones de años. Y está Europa, pálida, toda fracturada, o Calixto, pecosa y fría, dando la misma cara al gigante atigrado, y finalmente, Ganímedes, liviana y magnética. Cuatro lunas fieles al gigante planetario... Nada envidia, pues, Júpiter a Saturno.
Y nada envidio yo al cíclope de los satélites galileanos, pues como a él, me orbita un séquito de mujeres: una fogosa, extrovertida ayer, introvertida mañana, otra nívea, algo ya agrietada, una más, pelirroja apagada, mirándome sin cesar, y aquella otra, ligera y magnética...
Ilustración: Salvador Dalí
Y nada envidio yo al cíclope de los satélites galileanos, pues como a él, me orbita un séquito de mujeres: una fogosa, extrovertida ayer, introvertida mañana, otra nívea, algo ya agrietada, una más, pelirroja apagada, mirándome sin cesar, y aquella otra, ligera y magnética...
Ilustración: Salvador Dalí
No hay comentarios:
Publicar un comentario