domingo, 14 de septiembre de 2008

Leyendas de Argirón 4 - María del Pilar Jorge




El sonido la despertó. Armónico, cadencioso, parecía un raro lenguaje estelar. Rina, la esposa del gobernador de Sariá, se incorporó. La tenue luz de la alcoba iluminó su piel verde oliva. Buscando el origen de la vibración, se deslizó sin ruido por el pasillo. A medida que avanzaba en la penumbra, la reconoció. Era música y provenía de las habitaciones de sus nietos. Inquieta, sus ojos comenzaron a brillar como carbúnculos. Pero Chi y Riu dormían, era Jor quien pulsaba las cuerdas del instrumento. Txlisky lo guiaba. Bueno, tal vez no fuera tan malo que el muchacho estudiara música. A los humanoides de Argirón y de Galatia les encantaba y un futuro gobernante debe estar al tanto de las debilidades de sus vecinos.
Al día siguiente, le informaría al gobernador. Pero esa noche, en la oscuridad del pasillo, Rina prefirió bailar.