martes, 2 de septiembre de 2008

Matelda - Héctor Ranea



Podría haber escrito sobre Dante pero Matelda es la protagonista. La sensualidad del lavado de cabellos de Matelda es más excitante que los Trópicos de Miller, que el Decamerón y que la vía láctea de literatura, buena y mala, sobre la sensualidad. Por ella en el Purgatorio o en el nártex del Paraíso se deja lavar los cabellos. ¿Quién lava los cabellos de ese poeta? ¿Qué sienten los dedos de quien lava? ¿Hasta qué parte del cuello del impuro llegó lavando con esos dedos de seda? Extraña tarea: lavar los cabellos de alguien para purificar su cuerpo, dejando en el Letè la parte impura y no argüir que la mente del lavado ha quedado severamente trastornada por el hecho. “Asperges me”. Eso lo refiere el Sumo Poeta, no lo invento.

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