NUTRITIVO
Ileana Cruz
El pueblo desierto; sólo los hombres en la taberna del puerto mancillaban la madrugada con su barullo. En la casona ruinosa junto a los acantilados, una ventana se iluminó. Poco después la puerta rechinó y una mujer muda salió de la casa, recorrió invisible las callejuelas hasta la puerta de la taberna, donde esperó quieta con los ojos ambarinos muy abiertos. Los hombres por fin salieron, zigzagueantes, con olores concentrados; se alejaron. Uno de ellos: nariz afilada, cara delgada y orejas prominentes, notó la figura de reojo. La mujer giró la cabeza despacio y lo miró. Con agilidad y en sorprendente silencio, estaba a su lado, casi sobre él. Susurros, risas ahogadas, pasos. La mujer camina satisfecha con el hombre, del brazo rumbo al hogar. Al amanecer los niños despiertan y corren al desayuno sin saber que lo deben a la cacería nocturna de mamá.
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