—Hombres de poca fe, ¿por qué me sueltan? Les dije que soy el Mesías, el hijo de Dios y debo morir para salvar a la humanidad —gritaba el hombre en paños menores.
—Yo creo en ti, pero debo cumplir con las órdenes del director —respondió el enfermero, mientras descolgaba al falso Mesías del árbol al que se había atado, en el patio central del neuropsiquiátrico.
2 comentarios:
No conocía, o no recuerdo este cuento de Martín. Magnífico.
Y aunque lo conociéramos y/o lo recordáramos, seguiría pareciendo un magnífico cuento.
Abrazos Esteban, Martín.
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