El payaso hizo alarde de toda su panoplia de trucos y la parafernalia propia de su oficio, pero el público permaneció en silencio, ajeno a las gracias con las que intentaba provocar su hilaridad. Al término de su actuación salió de la pista cabizbajo, arrastrando la guitarra con la que había efectuado su último intento para hacerlos reír.
Comenzó el siguiente número, el de una trapecista que realizaba increíbles proezas. Tampoco el público se sintió impresionado por la habilidad de la muchacha, ni siquiera cuando un soporte del trapecio se rompió y ésta cayó al vacío, estrellándose en el centro de la pista.
El payaso corrió a socorrer a su compañera y amada, pero no pudo hacer nada, sólo llorar sobre su cuerpo roto. Durante unos instantes, bajo la carpa sólo se escuchó el llanto del payaso, luego, el público comenzó a reír.
Comenzó el siguiente número, el de una trapecista que realizaba increíbles proezas. Tampoco el público se sintió impresionado por la habilidad de la muchacha, ni siquiera cuando un soporte del trapecio se rompió y ésta cayó al vacío, estrellándose en el centro de la pista.
El payaso corrió a socorrer a su compañera y amada, pero no pudo hacer nada, sólo llorar sobre su cuerpo roto. Durante unos instantes, bajo la carpa sólo se escuchó el llanto del payaso, luego, el público comenzó a reír.
6 comentarios:
Hermosísima historia de circo (una de mis pasiones), JV.
Tu cuento pasó frente a mis ojos como una escena de cine mudo, Vicente. Una escena triste y bella al mismo tiempo.
Otro cuento brillante. ¿Qué les pasa a ustedes, que sólo pueden escribir buenos textos?
Coincido con Florieclipse, me imaginé la historia como una película.Gracias por compartir este hermoso y triste cuento.Neli ♠
Ante tanto alago me ruborizo cual damisela en primavera. Gracias. JVO.
Muy bueno, J.V.
Extremadamente visible, un videoclip.
Publicar un comentario