domingo, 24 de octubre de 2010

Animales extraordinarios – Héctor Ranea


Enamorarse de animales suele considerarse perversión sólo en el caso de llegar al contacto sexual con el ejemplar a disposición. Esto rezaba en la salidera de la nave inminentita pero toda vez que desembarcaban en planetas de la galaxia, debían encarcelar a los piratas que traían las huellas de dichos contactos con los seres visitados. El mayor escándalo ocurrió cuando, en una de sus tantas visitas a Tierra, pusieron la nave cabeza abajo los contactos sexuales entre el primer comandante (traducción libre) y una hembra muy carnosa, con redondeces bellas y de cien toneladas. La Stygiomedusa estaba muy feliz después del coito a juzgar por el apetito con el que devoró a varios ocupantes y ocasionales compañeras terráqueas. Se salvaron pocos y de milagro por una falla que hizo perder el agua en el habitáculo. El primer comandante fue la primera víctima. El amor, cuando quiere, mata sin fronteras.

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