La hormiga escritora muerde la mano del escritor, que entre otras cosas, ha escrito textos semejantes a esa misma mordida. ¿ Por qué?, pregunta el escritor. Porque tú no eres una hormiga para escribir como mi mordida, grita la hormiga. Y tú no eres tan escritora para morder como escribo yo, alega David. Y antes de aplastarla con el pulgar, recomienda al autor limpiar el texto: Hay demasiadas hormigas y escritores.
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