"¡Es una niña!" dijo la partera, mientras con unas pinzas de depilar sacaba a la criatura por el ojo de la cerradura de aquel cinturón de castidad. La parturienta rememoraba la noche en que tuvo la sorpresiva visita de aquel liliputiense que traía noticias de su esposo. Una sonrisa se dibujó en su rostro.
Tomado de: http://sanchezclaudiabe.blogspot.com/
2 comentarios:
Al final no hay cinturón que valga, jeje. Me gustó la sonrisa final.
Un saludo indio
La imaginación al poder Indio! Gracias por pasar.
Saludos!
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