El chimpancé se escapó del zoológico y se refugió en mi casa. Me suplicó con la mirada que lo protegiera y que no lo denunciara. Me apiadé de él. Desde entonces el fastidioso animal se ha empeñado en imitar todos mis movimientos. Aprendió a comportarse correctamente en la mesa, cocina modestamente y sus hábitos higiénicos son bastante dignos. Pero me tocó detenerlo cuando también intentó acostarse con mi esposa: inconforme, se sentó a observarnos y a anotar sus impresiones en una libreta.
Tomado del blog: http://www.minicuento.com/
Sobre el autor: Alejandro Ramírez Giraldo
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1 comentario:
jaja, muy bueno Alejandro, mis felicitaciones. Neli :)
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