El dragón iba a quemar la ciudad. En ese momento, Roldín, el Galante, vio a la pérfida bestia y se lanzó a la lucha. A pesar de la diferencia de tamaño, el audaz aventurero consiguió clavar su espada Revientatruenos en el engendro y matarlo.
La gente del pueblo se acercó a su salvador para agradecérselo. Sus sonrisas mostraban sus colmillos afilados.
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