Cada vez que llega diciembre al hemisferio sur, dos entidades que moran, en el centro de la tierra, una, y en lo alto del cielo, otra, se empecinan en extraerme la energía vital que me mantiene en movimiento. Trabajan juntas en una sinergia perfecta. Cuando duermo, la profunda se entromete en mi sueño y me hace trabajar y me persigue y me acosa y me agota, hasta que la etérea llega a despertarme. Y cuando debo comenzar mi día, ésta me duerme, me agobia, me lentifica, me fastidia, me desgana, hasta que la noche llega y todo vuelve a comenzar. ¿Será porque en estos momentos, y según mi altura desde hace añares, la inclinación del eje de la Tierra hace converger las fuerzas de ambas entidades en la intersección de mis dos centros, el vientre y la crisma? Sí, será por eso. No porque se avecine otro diciembre sin ti.
Ilustración: "Green squall", Yacek Yerka.
5 comentarios:
Muy bueno, Claudia...
Gracias Titán...
Auch, Clau....qué manera de decirlo. Me encantó, me encantó.
PD: por suerte ya casi es febrero
Es una maravilla de relato, Claudia FELICIDADES!!!
Gracias chicas!
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