Cuando yo era una niña adoraba sentarme entre las mujeres grandes a escuchar sus conversaciones. No recuerdo nada de lo que hablaban.
Me gustaba la energía circulante entre ellas, la intimidad.
Me gustaba ser una mujer más.
Pero mi mamá siempre decía:
—¡Ya está ésta otra vez en el medio!
Y ahora es ella la que, cuando llegan mis amigas, se sienta entre todas y nos escucha hablar. Y habla también. Mucho habla. Tanto que ahora la que se enoja soy yo.
3 comentarios:
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...jajajaja quizás esa se su misión... invertir los papeles
besos
Interesante. Tal vez la diferencia de las intervenciones (inocencia vs. malicia) te permitan explorar el tema desde otras perspectivas y otras extensiones.
Todo vuelve...
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