Deshacerse de un cadáver no es fácil, se dijo. Quizás por eso él prefirió las palizas y las amenazas.
Ahora que su marido yacía inerte en mitad de la cocina comprendía el problema al que se enfrentaba.
Estuvo a punto de dejarse aplastar por los gritos de años que aún retumbaban en su mente, cuando vio la sangre que empezaba a fluir por uno de sus oídos. Tenía que actuar rápido.
Recordó entonces a Maruja, su vecina del quinto interior, ella había participado en alguna que otra matanza, ella sabría como descuartizar a un cerdo.
Ahora que su marido yacía inerte en mitad de la cocina comprendía el problema al que se enfrentaba.
Estuvo a punto de dejarse aplastar por los gritos de años que aún retumbaban en su mente, cuando vio la sangre que empezaba a fluir por uno de sus oídos. Tenía que actuar rápido.
Recordó entonces a Maruja, su vecina del quinto interior, ella había participado en alguna que otra matanza, ella sabría como descuartizar a un cerdo.
Tomado del blog Microrrelatos al por mayor
2 comentarios:
Enhorabuena por este texto Luisa!!!
Duro y contundente!
perfecto final, ahora que espere a San Martín!
Saludos!!
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