Para seducir a la chica tu-pupila-es-azul, quiso escribir los versos más tristes esa noche. Pero no pudo, tenía demasiada confianza en sí mismo, estaba contento, una estúpida sonrisa chorreaba de su boca y de su pluma. Le salió un versículo patético, ridículamente esdrújulo, que la chica, por fortuna, ni siquiera llegó a leer porque esa noche salió con un economista.
Tomado de: http://minificciones.com.ar/
Imagen: Little Bird 8, de Sesfitts en deviantArt
2 comentarios:
Magnífico cuento. Redondo.
Ya lo había leído por ahí, es genial. No tiene desperdicio
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