El hortelano miró las plantas en flor y pensó que así estarían bien. Después labró la tierra para su sepultura y antes de que se pusiera el Sol vio que así debía ser. A la noche, asesinó a su mujer y su amante y usó el pozo labrado. Al día siguiente regó sus hortalizas y vio que todo estaba bien.
Sobre el Autor: Héctor Ranea
Imagen: Blessing, de Sesfitts en deviantArt
8 comentarios:
Y todo tan normal. Aquí no pasó nada. Cuando esté bien crecida la lechuga, la ponemos en la mesa en ensalada. Y la vida sigue.
Buenísimo, Héctor.
Una caposidá este cuento, Don Ogui!
Se quedó la mar de a gusto. No es que todo al día siguiente estuviese bien, al día siguiente todo estaba mejor, mejor que nunca, sin duda alguna.
Espeluznante comoposición bíblica...
Bien contanda y con clase!
Saludos!
Gracias a todxs! Una emoción, vean... ¡Este hortelano ambiguo!
Es natural que el comentario deba ser laudatorio.
Abrazo ineludible.
Sergio Astorga
Sucede dio una buena clave. Estílo bíblico. Es cierto, estilo Génesis, pero no el Genesis de Peter Gabriel, ni el posterior de Phil Collins. El de antes, ese contra el que tuvo que luchar Darwin y luego de eso muchos más...
El Génesis del ángel Gabriel dirá usted, ese que degeneró el génesis generando un homicida en cada esquina...
El cuento, robandole a Frini, una caposidá...
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