Terapia intensiva. Mi consciencia gota a gota se abrió paso entre hierros oxidados y viejos cerámicos. “¡Morfina!”. El enfermero ha sido generoso. “¡Más morfina!”. La última noche que recuerdo me hicieron una propuesta seductora: todo el placer que pueda soportar a cambio de mi vida. Cuatro mujeres me elevaron al verdadero gozo, con carne, mente, ama y muerte. El doctor, como buen burócrata del Cielo, dijo que fue un delirio, y que me autoflagelé. “Es peligroso que salga de esta institución”, mi voz se dispersa, “estoy muerto, en mi casa quedaron cinco cadáveres con cuatro fantasmas”.
Él respondió con un laberinto de frases escépticas. Dejé que desvaríe. Quedó en mi cuerpo el pacto escrito con uñas y sangre que invoca a los cuatro demonios del placer. Puedo elevarme sobre el mundo, trascender la humanidad cuando quiera, donde sea, y volver, a costo de nada. De nada.
2 comentarios:
Muy bueno, muy bien narrado y muy buena la idea del texto!!!
Gracias Titán. El posteo tiene errores de puntuación que no van con el ritmo, pero cuando lo posteé en mi blog pasó lo mismo.
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