AMADEUS
Alejandro Bentivoglio
Lo había escuchado todo, las melodías más complejas, los sonidos más perfectos y los más aberrantes. Había cargado con todos ellos y ahora, sentado frente al piano, pensando en sí mismo, lo único que podía tocar era ese maldito réquiem, esa absurda marcha fúnebre que todo lo anunciaba.
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