EL MONSTRUO EN VILLA DEL PARQUE
Claudio Amodeo
Claudio Amodeo
Jadeos.
El aire frío se cuela por mi garganta, hiriéndome. En la calle sólo se oye el ruido de mis pasos agitados.
Susurros.
Palabras siniestras, funestas, fantasmales. Me dicen que no llegaré a tiempo.
Gritos.
Me aterran los alaridos. Espero que la niña aún esté viva.
Silencio.
La casa es una tumba, todo está revuelto. Me tomo la cabeza. Es demasiado tarde. El monstruo ha estado aquí. En la habitación del padre hay un cuerpo destrozado. Un cuerpo grande.
En la habitación de la niña no hay cadáveres. Sólo el cuerpo deforme de una horripilante criatura que, lentamente, retorna a su forma original.
Mi sobrina llora y se acerca corriendo.
La abrazo, trémulo, viendo que algunos pelos de animal aún asoman en su espalda.
Fotografía: J.V.Ortuño
El aire frío se cuela por mi garganta, hiriéndome. En la calle sólo se oye el ruido de mis pasos agitados.
Susurros.
Palabras siniestras, funestas, fantasmales. Me dicen que no llegaré a tiempo.
Gritos.
Me aterran los alaridos. Espero que la niña aún esté viva.
Silencio.
La casa es una tumba, todo está revuelto. Me tomo la cabeza. Es demasiado tarde. El monstruo ha estado aquí. En la habitación del padre hay un cuerpo destrozado. Un cuerpo grande.
En la habitación de la niña no hay cadáveres. Sólo el cuerpo deforme de una horripilante criatura que, lentamente, retorna a su forma original.
Mi sobrina llora y se acerca corriendo.
La abrazo, trémulo, viendo que algunos pelos de animal aún asoman en su espalda.
Fotografía: J.V.Ortuño
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