EL PARTO
Carlos Manuel Cruz Meza
En la sala de Expulsión del Biohospital General, el parto se había prolongado durante varias horas. El cirujano 987, que estaba atendiendo a la parturienta le indicó, con una sonrisa:
—¡Ya está por salir! ¡Puje un poco más!
La mujer siguió pujando. Los avanzados instrumentos médicos regulaban automáticamente los signos vitales de la paciente. Su presión arterial era estable, aunque su ritmo cardíaco estaba muy acelerado.
—¡Puedo ver su cabeza! ¡Está comenzando a coronar! ¡Puje! ¡Puje!
La enfermera vigilaba atentamente los aparatos, tratando de que todo saliera bien y sin complicaciones.
Casi media hora después, el médico tomó al nuevo ser en sus brazos y lo mostró a sus orgullosos padres.
—Felicidades —dijo, sonriente—. Son padres de un pequeño cyborg masculino.
La mujer y el robot se tomaron de la mano amorosamente.
Ilustración: M.C.Escher
—¡Ya está por salir! ¡Puje un poco más!
La mujer siguió pujando. Los avanzados instrumentos médicos regulaban automáticamente los signos vitales de la paciente. Su presión arterial era estable, aunque su ritmo cardíaco estaba muy acelerado.
—¡Puedo ver su cabeza! ¡Está comenzando a coronar! ¡Puje! ¡Puje!
La enfermera vigilaba atentamente los aparatos, tratando de que todo saliera bien y sin complicaciones.
Casi media hora después, el médico tomó al nuevo ser en sus brazos y lo mostró a sus orgullosos padres.
—Felicidades —dijo, sonriente—. Son padres de un pequeño cyborg masculino.
La mujer y el robot se tomaron de la mano amorosamente.
Ilustración: M.C.Escher
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