MIEDO
Lucía Coria
El chillido saturó el espacio, interrumpiendo el plácido goteo de energía visual y fue subiendo a varios decibeles por segundo.
Una voz melodiosa e impersonal preguntó:
—¿Qué sucede?
—Hay un hombre aquí. ¡Me está tocando con sus manos de carne! —respondió ella con temblor mecánico.
—¡Estúpida y vieja máquina! Los humanos no existen.
Una voz melodiosa e impersonal preguntó:
—¿Qué sucede?
—Hay un hombre aquí. ¡Me está tocando con sus manos de carne! —respondió ella con temblor mecánico.
—¡Estúpida y vieja máquina! Los humanos no existen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario