SEAMONKEYS
José Luis Zárate
Un sobre de hojuelas a cambio del dinero. Noches esperando que nacieran en el agua. Algo informe y no los animalitos alegres de la publicidad. ¿No son camarones? —decía alguien y lo cierto es que no saludaban, ni usaban las casitas submarinas. Tarde o temprano terminaban derramados, cubiertos de lama, en el retrete. Algunos viajaron por las cañerías hasta ríos y lagos. Todos murieron a excepción de uno que creció, creció, que hubiera usado una casita de tenerla, que hubiera saludado alegre pero que fue amargándose hasta lo indecible en el fondo de la Laguna Negra.
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