ANCIANA DEL PARQUE STEGLITZ
José Luis Vasconcelos
—Alguien escribió en tu lugar hermosas cartas para la niña que un día fue tu dueña —dijo el agrimensor a la muñeca tuerta.
Depositó un beso cálido sobre su frente sucia y prosiguió su fatigada marcha hacia el hostal venido a menos.
La anciana del parque Steglitz abre los ojos; aún somnolienta comprende que los sueños son una lluvia ligera que humedece los senderos olvidados.
Depositó un beso cálido sobre su frente sucia y prosiguió su fatigada marcha hacia el hostal venido a menos.
La anciana del parque Steglitz abre los ojos; aún somnolienta comprende que los sueños son una lluvia ligera que humedece los senderos olvidados.
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