GONG
José Luis Zárate
Mientras el Príncipe Azul se dedicaba a desfiles y burocracia, la Princesa organizó la Banda Real de tamborileros, le regaló un silbato a cada niño capaz de soplar, popularizo esos adornos de cristal que tintineaban con cada viento, construyó un enorme reloj que celebraba cada hora con un gong y —secreta— se enfurecía al recordar que la dejaron dormir 100 años. Se prometió que nadie iba a dormir en paz en su reino.
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