ASCENSOR DE TRABAJO
Jordi Cebrián
Entró a trabajar en la empresa y, como no quedaba sitio, lo instalaron en el ascensor. Allí se quedó, en un rinconcito con un pequeño pupitre. Quienes subían y bajaban se extrañaron al principio, pero con el tiempo se acostumbraron. Le hacían bromas, intercambiaban confidencias, y cuando volvían de almorzar le traían un croissant. Pero sus superiores se quejaban. Decían que se distraía demasiado y que le costaba concentrarse en su trabajo. Vino a verle el jefe de personal, y en el tiempo que se tarda en ir desde el primer piso hasta el último, le comunicó que estaba despedido.
Tomado de http://cienpalabras.blogspot.com/
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