Gregorio Samsa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo y se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso escarabajo. Bien, se dijo, habrá que aceptar la vida tal cual se presenta. Se volvió a dormir y esta vez tuvo un sueño muy placentero: iba arrastrando una bola de estiércol, la más grande que hubiera visto jamás.
1 comentario:
El que no se conforma es porque no quiere.
¡Ingeniosa capacidad de adaptación!
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