La costurerita que dio aquel mal paso - Graciela Pérez Aguilar
Se despertó tendida sobre la grava del terraplén. Con esfuerzo, levantó la cabeza y vio que, de su pierna herida, manaba una corriente de sangre. Con enérgica determinación volvió a desmayarse y soñó que emergía del otro lado de su arteria femoral, muñida de hilo y aguja.
—¡Qué sutura tan fina! ¡Le salvó la vida! —exclamó más tarde el médico de la guardia.
—¡Qué sutura tan fina! ¡Le salvó la vida! —exclamó más tarde el médico de la guardia.
2 comentarios:
Vaya, vaya... qué bonita forma de resolverlo... me gustó mucho esa necesitad vital superando lo imposible.
Que maravilha!
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