LA DENUNCIA
Damián Cés
Por su ubicación, la hoja en blanco fue testigo de los acontecimientos, pero fiel a su idiosincrasia, no lo iba a denunciar.
Pero la pluma, siempre solidaria e intachable, lo haría. No dejaría impune el crimen del plagiario. Así, tras un esfuerzo sobrehumano, largó la última gota que rubricó el nombre asesino, para luego, caer inerte sobre el papel.
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