sábado, 28 de junio de 2008

La gran revelación – Sergio Gaut vel Hartman


Dick subió las escaleras a toda velocidad; estaba furioso. Abrió la puerta sin llamar y se metió en una buhardilla apestosa en la que un hippie de barba y anteojos acariciaba una guitarra de doce cuerdas.
—Resolvamos esto —dijo el escritor apoyando el puño sobre una mesa—: mis personajes no pueden burlarse de mí.
—Sos demasiado susceptible, flaco —dijo el hippie—. Bancátela.
—¡Ellos están tan muertos como yo o yo soy tan inmortal como ellos!
El hippie le arrancó un acorde sorprendente a la guitarra. —Quedate tranqui, flaco —dijo—; yo me ocupo. Y no jodas más, ¿estamos?
—¿A qué viene esa forma de hablar?
—Dios es argentino. ¿No estabas enterado?

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