PELIGROS
Olga A. de Linares
La gitana le había dicho que debía cuidarse del líquido elemento, que podría resultarle mortal.
Así que toda su vida rehusó acercarse siquiera a ríos, arroyos, lagunas, incluso zanjas y acequias le hacían retroceder, temeroso de quién sabe que eventualidades.
Tampoco quiso volar. ¿Acaso los aviones no pasaban sobre mares y lagos?
¡No, él era un hombre cuidadoso, y no iba a permitir que una distracción lo enfrentara a la acuática amenaza, suspendida sobre él como la famosa espada de Damocles!
Lo único que no fue capaz de evitar ni prever era que terminaría ahogándose en un vaso de agua.
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